El chuletón de ternera es uno de los cortes de carne más conocidos y sabrosos. Tienen un alto nivel de proteínas y grasita que hacen que tenga un sabor muy intenso y sabor y textura muy jugosa.
Existen dos momentos que son clave a la hora de cocinar el chuletón de ternera. Por un lado cuando se le echa la sal de parrilla y por otro cuando saber si ya está al punto el corte en cuestión.
En “EL Porteño” trabajamos sobre una parrilla donde las varillas tienen forma de V estando ligeramente inclinadas. De esta manera la grasa durante cocinado cae al exterior del fuego evitando el producir llama sobre la pieza, cuestión que no nos interesa.
Las dos fases del asado del chuletón
Durante el asado diferenciamos dos fases, un primera de sellado de la carne de esta forma conseguimos que no se pierdan los jugos dela carne. Para conseguir esto asaremos unos pocos minutos la pieza por las dos caras.
En la segunda fase se busca el confitado de las grasas del corte con los jugos de la carne. Por ello le daremos la vuelta un par de veces más a la carne.
El chuletón estará listo cuando tenga tres colores diferenciados al darle un corte a la pieza. El color tostado exterior, que queda crujiente, otra capa de color rosáceo claro y en la parte central un color rojo intenso.
El momento adecuado para echar la sal (marina y gruesa) es algo que tenemos muy en cuenta en el asador.
Lo hacemos tras darle la primera vuelta a la pieza de carne y lo hacemos sobre la parte ya asada. Le echamos abundante sal para que la carne absorba el salazón. Es la misma carne la que absorbe la que necesita, desestimando más tarde la sobrante.
La presentación o emplatado la llevamos acabo trinchando el corte, separando la carne del hueso. Presentamos dispuesta para compartir o para la ingesta por un comensal de manera más cómoda.
El “Porteño”, asador argentino